Ansiedad: ¿Amiga o enemiga de nuestros hijos?

¿Pueden los niños y adolescentes experimentar ansiedad? Sí, y con mayor frecuencia de la que imaginamos. Con el inicio de un nuevo año escolar y los cambios en protocolos de bioseguridad derivados del COVID-19, es comprensible que muchos menores enfrenten sentimientos de miedo, incertidumbre y ansiedad. La ansiedad, en esencia, es una emoción natural y adaptativa. Sin embargo, cuando se intensifica y se presenta de forma recurrente, puede convertirse en una barrera para el bienestar y el desarrollo de nuestros hijos. Factores que pueden generar ansiedad Diversas situaciones pueden detonar ansiedad en niños y adolescentes: Pérdida de un ser querido. Separación o divorcio de los padres. Mudanzas o cambios de entorno. Antecedentes de abuso o maltrato. Convivencia con familiares temerosos o ansiosos. Inicio de un nuevo ciclo escolar o académico. ¿Qué es la ansiedad y cómo se manifiesta? La ansiedad es una respuesta emocional ante la percepción de un peligro, real o imaginario, que involucra reacciones fisiológicas y cognitivas para preparar al cuerpo a responder. Sentir ansiedad no implica necesariamente un trastorno de salud mental. En niveles moderados, puede ser funcional y protectora. Sin embargo, se convierte en un problema cuando interfiere con la vida diaria y resulta difícil de controlar. Manifestaciones físicas comunes: Taquicardia. Inquietud o hiperactividad. Mareos. Tensión y dolores musculares. Dolor de cabeza. Manifestaciones cognitivas y conductuales: Pensamientos recurrentes de peligro. Preocupación excesiva por el futuro. Búsqueda constante de protección y seguridad. Ansiedad: aliada y enemiga Podemos imaginar la ansiedad como una alarma interna: Aliada cuando nos alerta ante una situación desafiante, activando recursos para actuar con rapidez. Enemiga cuando se enciende con intensidad y frecuencia frente a estímulos que no representan un peligro real, generando malestar y limitación. Cinco estrategias para manejar la ansiedad en niños y adolescentes Respirar juntos: practicar respiración profunda y pausada para regular el sistema nervioso. Hidratación con agua templada: el agua a temperatura ambiente ayuda a relajar el cuerpo. Música agradable: crear un ambiente sonoro que favorezca la calma. Identificar pensamientos negativos: enseñarles a reconocerlos y cuestionarlos. Evocar experiencias positivas: guiarlos a recordar momentos agradables y seguros. La ansiedad no siempre es una enemiga; bien gestionada, puede ser una aliada para desarrollar habilidades de afrontamiento. No obstante, cuando su intensidad o frecuencia afectan el funcionamiento diario, buscar ayuda profesional es clave para prevenir complicaciones emocionales a largo plazo. Recuerda: “Alcanzas la Plenitud con Transformación y Salud”. 📸 IG: @transformacionysalud 📧 Email: transformacionysalud@gmail.com

Dra. Margarita Ortiz Rosa

7/31/20211 min leer

a blurry photo of a woman with glasses
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